El Lobo sabe que ahora el triunfo contra River es vital |
Pocos podían imaginar ese final. Sobre todo luego del
transcurso del primer tiempo. Porque allí, en ese parcial inicial, el Lobo
transformó en figura del partido al arquero Martín Perafán, quien contuvo
varias y otras tantas las acompañó con la vista. Y todavía más insólito es el 1
a 0 concluyente, que Defensa y Justicia no sólo hizo muy poco para ganarlo sino
que casi nada tampoco para empatarlo.
La previa señalaba la trascendencia del cotejo por la ubicación de ambos equipos en las posiciones, donde el Lobo estaba en el quinto lugar, a cuatro unidades de la última Promoción, y el Halcón igual cantidad de puntos por debajo de su rival.
Más allá de los números, la localía y los dos triunfos al hilo por el lado de Gimnasia, más el gran partido que armó Defensa ante River, ni más ni menos (3-3), anunciaban un duelo en el Bosque con buen ritmo, llegadas por ambos lados y hasta goles.
Sin embargo, fue sólo el equipo de Pedro Troglio el que confirmó el presagio en los primeros cuarenta y cinco minutos, pues nada de lo que se esperaba de Defensa y Justicia se observó en la primera parte.
La presencia en la cancha de uno de los goleadores de la categoría, como es Víctor Piriz Alves, ponía el foco en su actuación, sus movimientos, su participación. Pero fue Damián Macaluso quien impidió que la luz iluminara no sólo a su coterráneo, sino a toda la ofensiva de la visita. Nadie por aquí, nadie por allá.
Despreocupándose por lo que sucediera en su arco ante la cobertura de la última línea, ahora conformada por tres hombres respecto de su presentación en San Juan, el Lobo trabajó su ofensiva con un Nicolás Cabrera bien punzante, un Leonel Altobelli luchador, un Alejandro Capurro intermitente pero clave en la organización y un Nicolás Benavídez equilibrado y participativo.
Así fue como a los dos minutos nomás, Cabrera conectó con la cabeza un centro bárbaro del pibe Benavídez, quien apareció en cancha de emergencia por el estado febril de Matías García, pero el travesaño le negó el grito tempranero.
Diez minutos tardó el partido en acomodarse y en el orden natural de las acciones, el local volvió a tomar el control, sobre todo cuando Capurro y De Blasis se adueñaron de los tiempos y el control del balón. Y el ex Colón marcó la diferencia cuando apareció (estuvo mayormente apagado por completo). Porque a los 12’ probó primero con un tiro cruzado que se fue cerca y luego metió un pase en profundidad exquisito que llevó a Cabrera a romper la última línea y patear, posteriormente, desde afuera del área para exigencia de Perafán.
Fue Nico quien más hostigó al arquero visitante, gran figura del tiempo inicial. Pues tuvo esas dos primeras acciones y luego un amago dentro del área que le permitió ensayar un disparo fortísimo que contuvo el guardameta. Y más tarde, cerca de los 39’, se repitió la fórmula de los minutos iniciales y ahora su cabezazo salió cruzado con lo justo. Pero antes, el volante devenido a delantero hizo lo que mejor sabe: metió un centro fantástico al punto de penal, el cual conectó De Blasis con la testa, solo, y Perafán pasó a ser definitivamente el mejor enviando esa pelota con destino de red al córner.
Todo eso fue no sólo por el producto de las buenas intenciones del Lobo, sino también por la desidia de la última línea del Halcón, que dio todas las ventajas habidas y por haber.
Lo único peligroso del equipo de Ricardo Rodríguez, además de su defensa, fue la acción que tuvo Facundo Silva, sobre el primer minuto adicional, quien la acomodó con el pecho y cuando fue definir con absoluta soledad, se encontró con un Monetti bestial que alcanzó a atorarlo ahogándole el grito seguro.
Podría imaginarse que después de semejante primer tiempo, el complemento no debió ser menos. Pero eso no pasó. Ninguno jugó. Gimnasia cedió la tenencia y el control, mientras que Defensa y Justicia propuso más por el aire que por abajo, y cuando la pelota estuvo al ras, ambos se mostraron los dientes sin ningún tipo de reparo.
Troglio buscó por todos los caminos recuperar el fuego ofensivo de la primera mitad, pero no pudo ni con Alan Ruiz por Capurro, ni cambiando el dibujo por un 4-4-2 más seguro pero más lanzado por las bandas ya con José Vizcarra por Magallán y el lógico retroceso de Cabrera y Casco, ni tampoco con Gonzalo Vargas por De Blasis, pasando entonces a un 4-3-3. Nada de nada.
Así como el Halcón tuvo su único merodeo serio sobre el arco albiazul en la última pelota del primer tiempo, en el complemento sucedió algo similar. Porque el desarrollo pasó insólitamente a ofertar el resultado al más oportunista, y ya no al mejor. Y fue el goleador del torneo el que obtuvo el premio mayor.
Porque Bustamante, a los 41’, durmió a Goux y Ruiz para después meter un centro perfecto que Macaluso no pudo despejar con la cabeza y el Negro, con absoluta tranquilidad, parado en el punto de penal, la acomodó con el pecho y definió cruzado para que Monetti no pueda hacer nada para evitar la injusta caída de su arco.
Gimnasia sufrió el peor castigo por no haber sabido ser el mismo de un tiempo a otro. Por haber entrado en el juego de la ficción. Por haberse descuidado en el momento menos indicado. Aún así, claro está que no merecía semejante desenlace.
La previa señalaba la trascendencia del cotejo por la ubicación de ambos equipos en las posiciones, donde el Lobo estaba en el quinto lugar, a cuatro unidades de la última Promoción, y el Halcón igual cantidad de puntos por debajo de su rival.
Más allá de los números, la localía y los dos triunfos al hilo por el lado de Gimnasia, más el gran partido que armó Defensa ante River, ni más ni menos (3-3), anunciaban un duelo en el Bosque con buen ritmo, llegadas por ambos lados y hasta goles.
Sin embargo, fue sólo el equipo de Pedro Troglio el que confirmó el presagio en los primeros cuarenta y cinco minutos, pues nada de lo que se esperaba de Defensa y Justicia se observó en la primera parte.
La presencia en la cancha de uno de los goleadores de la categoría, como es Víctor Piriz Alves, ponía el foco en su actuación, sus movimientos, su participación. Pero fue Damián Macaluso quien impidió que la luz iluminara no sólo a su coterráneo, sino a toda la ofensiva de la visita. Nadie por aquí, nadie por allá.
Despreocupándose por lo que sucediera en su arco ante la cobertura de la última línea, ahora conformada por tres hombres respecto de su presentación en San Juan, el Lobo trabajó su ofensiva con un Nicolás Cabrera bien punzante, un Leonel Altobelli luchador, un Alejandro Capurro intermitente pero clave en la organización y un Nicolás Benavídez equilibrado y participativo.
Así fue como a los dos minutos nomás, Cabrera conectó con la cabeza un centro bárbaro del pibe Benavídez, quien apareció en cancha de emergencia por el estado febril de Matías García, pero el travesaño le negó el grito tempranero.
Diez minutos tardó el partido en acomodarse y en el orden natural de las acciones, el local volvió a tomar el control, sobre todo cuando Capurro y De Blasis se adueñaron de los tiempos y el control del balón. Y el ex Colón marcó la diferencia cuando apareció (estuvo mayormente apagado por completo). Porque a los 12’ probó primero con un tiro cruzado que se fue cerca y luego metió un pase en profundidad exquisito que llevó a Cabrera a romper la última línea y patear, posteriormente, desde afuera del área para exigencia de Perafán.
Fue Nico quien más hostigó al arquero visitante, gran figura del tiempo inicial. Pues tuvo esas dos primeras acciones y luego un amago dentro del área que le permitió ensayar un disparo fortísimo que contuvo el guardameta. Y más tarde, cerca de los 39’, se repitió la fórmula de los minutos iniciales y ahora su cabezazo salió cruzado con lo justo. Pero antes, el volante devenido a delantero hizo lo que mejor sabe: metió un centro fantástico al punto de penal, el cual conectó De Blasis con la testa, solo, y Perafán pasó a ser definitivamente el mejor enviando esa pelota con destino de red al córner.
Todo eso fue no sólo por el producto de las buenas intenciones del Lobo, sino también por la desidia de la última línea del Halcón, que dio todas las ventajas habidas y por haber.
Lo único peligroso del equipo de Ricardo Rodríguez, además de su defensa, fue la acción que tuvo Facundo Silva, sobre el primer minuto adicional, quien la acomodó con el pecho y cuando fue definir con absoluta soledad, se encontró con un Monetti bestial que alcanzó a atorarlo ahogándole el grito seguro.
Podría imaginarse que después de semejante primer tiempo, el complemento no debió ser menos. Pero eso no pasó. Ninguno jugó. Gimnasia cedió la tenencia y el control, mientras que Defensa y Justicia propuso más por el aire que por abajo, y cuando la pelota estuvo al ras, ambos se mostraron los dientes sin ningún tipo de reparo.
Troglio buscó por todos los caminos recuperar el fuego ofensivo de la primera mitad, pero no pudo ni con Alan Ruiz por Capurro, ni cambiando el dibujo por un 4-4-2 más seguro pero más lanzado por las bandas ya con José Vizcarra por Magallán y el lógico retroceso de Cabrera y Casco, ni tampoco con Gonzalo Vargas por De Blasis, pasando entonces a un 4-3-3. Nada de nada.
Así como el Halcón tuvo su único merodeo serio sobre el arco albiazul en la última pelota del primer tiempo, en el complemento sucedió algo similar. Porque el desarrollo pasó insólitamente a ofertar el resultado al más oportunista, y ya no al mejor. Y fue el goleador del torneo el que obtuvo el premio mayor.
Porque Bustamante, a los 41’, durmió a Goux y Ruiz para después meter un centro perfecto que Macaluso no pudo despejar con la cabeza y el Negro, con absoluta tranquilidad, parado en el punto de penal, la acomodó con el pecho y definió cruzado para que Monetti no pueda hacer nada para evitar la injusta caída de su arco.
Gimnasia sufrió el peor castigo por no haber sabido ser el mismo de un tiempo a otro. Por haber entrado en el juego de la ficción. Por haberse descuidado en el momento menos indicado. Aún así, claro está que no merecía semejante desenlace.
¿ESTAMOS PAGANDO TODAVIA POR EL PENAL
CONTRA CENTRAL?
Un párrafo aparte para el arbitro Mariano González. Se hizo
el distraído y no vio (o no quiso ver) un claro penal a favor del Lobo por una
mano grande como el estadio de Lazaroni, debió haber expulsado a Piriz Alvez
(planchazo asesino contra Magallán) y nunca se ocupo de que el equipo contrario
haga mas fluido el juego ya que se dedico todo el partido a hacer tiempo.
¿Será que todavía estamos pagando el penal contra Central?
SINTESIS
Gimnasia: Fernando Monetti; Lisandro Magallán, Damián Macaluso, Marcelo Goux; Milton Casco, Omar Pouso, Pablo De Blasis, Alejandro Capurro, Nicolás Benavídez; Nicolás Cabrera y Leonel Altobelli. DT: Pedro Troglio.
Defensa y Justicia: Pablo Perafán; Pablo Aguilar, Julio Ferrón, Franco Lazzaroni, Marcelo Benítez; Facundo Sánchez, Luis Jerez Silva, Matías Díaz; Gonzalo Bustamante; Jonathan López y Víctor Piriz Alves. DT: Ricardo Rodríguez.
Goles: ST, 41m. Piriz Alves (DJ).
Cambios: PT, 22m. Facundo Silva por Jonathan López (DyJ). ST, 13m. Alan Ruiz por Capurro (G), 21m. Sergio Velázquez por Sánchez (DyJ), 22m. José Vizcarra por Magallán (G), 32m. Gonzalo Vargas por De Blasis (G), 40m. Marcelo Ricci por Silva (DyJ).
Amonestados: Casco, Magallán y Pouso (G); y Piriz Alves y Lazzaroni (DyJ).
Árbitro: Mariano González.
Estadio: Gimnasia.
Defensa y Justicia: Pablo Perafán; Pablo Aguilar, Julio Ferrón, Franco Lazzaroni, Marcelo Benítez; Facundo Sánchez, Luis Jerez Silva, Matías Díaz; Gonzalo Bustamante; Jonathan López y Víctor Piriz Alves. DT: Ricardo Rodríguez.
Goles: ST, 41m. Piriz Alves (DJ).
Cambios: PT, 22m. Facundo Silva por Jonathan López (DyJ). ST, 13m. Alan Ruiz por Capurro (G), 21m. Sergio Velázquez por Sánchez (DyJ), 22m. José Vizcarra por Magallán (G), 32m. Gonzalo Vargas por De Blasis (G), 40m. Marcelo Ricci por Silva (DyJ).
Amonestados: Casco, Magallán y Pouso (G); y Piriz Alves y Lazzaroni (DyJ).
Árbitro: Mariano González.
Estadio: Gimnasia.
D&D.
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